sábado, 8 de marzo de 2014

Galápagos


20-8-2012
Por lo que he leído por ahí, tenemos dos especies autóctonas de galápago: el leproso (Mauremys caspica) y el galápago europeo (Emys orbicularis). Por la pinta, la foto de la derecha parece corresponder a un galápago leproso, la especie más extendida, mientras que el espécimen de la foto de abajo debe ser un galápago europeo, aunque, como siempre, no estoy seguro.









Obsérvese cómo estira las patas este ejemplar traseras para tomar el sol. 
16-8-2012

1 comentario:

  1. Con estos he sido testigo impotente durante años y años de la batalla que en silencio soportan y lo que es peor, por causarme más impotencia, de lo poco que le importa a la mayoría de la gente.
    Su batalla es la batalla de muchas especies, ni mas ni menos importante, como la batalla de los que compiten por el mismo nicho ecológico que invaden las cotorras o la batalla de los que compiten por el mismo nicho ecológico que invaden los visones americanos. Pero con la particularidad de que en los galápagos la batalla es especialmente silenciosa pero a la vez especialmente fiera. Fiera por la fiereza de la "jicotea de oreja roja", particularmente voraz y peligrosamente competitiva. La jicotea de oreja roja, son esas pequeñas tortuguitas que se venden en tiendas de animales y que cumplen las espectativas de aquellos padres que quieren dar el gusto a sus hijos de tener una mascota que no comprometa mucho. "Mascotitas" que no tardan en aburrir a esos niños pero que siguen creciendo, siguen comiendo y sobretodo ocupando un lugar que cuando es novedad no molesta pero a la larga y con el paso del tiempo llegan a estorbar.
    No me gustaría ser tan obvio ni remover una y otra vez la problemática de las especies "invasoras", pero es que me enciende la irresponsabilidad de la gente que decide dar mejor vida soltando a sus tortuguitas en los ríos y sobretodo la irresponsabilidad institucional de no hacer frente a este problema real. Al fin y al cabo la gente que las suelta posiblemente estén limitados porque no han podido observar la totalidad de principio a fin de su acto. Pero la indiferencia de los ayuntamientos no tiene nombre porque lo suyo es "a sabiendas".
    Muchos me han venido con la excusa cobarde de la selección natural, como si tuviera que aceptar sin protestar por el destino de tantas especies que se ven desplazadas y en verdadero peligro por estar peor adaptadas que las especies introducidas furtivamente. Pero lo que no hay que olvidar es que las especies autóctonas no están peor adpatadas, sino que están perfectamente adaptadas a lo que día tras día, año tras año, y siglo tras siglo tenían a su alrededor hasta que nosotros a menudo como si fueramos una especie de alfareros irresponsables vamos dando forma a todo lo que les afecta, consiguiendo eso que se nos da tan bien que no es otra cosa que guarrear la charca.

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